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BENEFICIOS Y RESPONSABILIDADES DEL VÍNCULO ENTRE NIÑOS Y MASCOTAS

Publicado por: Redactora Afede En: Sociedad El: Comentario: 0 Visto: 1022

BENEFICIOS Y RESPONSABILIDADES DEL VÍNCULO ENTRE NIÑOS Y MASCOTAS

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El pasado 5 de enero de 2022 entró en vigor la modificación del Código Civil que por fin deja de considerar cosas a los animales de compañía. Es una reforma extremadamente importante que se traduce en muchas mejoras para el bienestar de los perros y gatos en España. 

Convivir con ellos tiene muchas ventajas para grandes y pequeños y, en especial, los beneficios que aportan a los niños son innumerables, pero también implica una responsabilidad que todos debemos comprender. De todo ello vamos a hablar en el artículo de hoy.



Qué beneficios aportan los animales domésticos a los niños

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En general, la compañía de un animal mejora la calidad de vida de todo ser humano; aumenta la longevidad, preserva el equilibrio físico y mental, reduce el estrés y disminuye el índice de depresión en general.

En los niños, juegan un papel aún más importante porque contribuyen en su desarrollo educativo y social. 

Tener una mascota les obliga a asumir responsabilidades y a aprender valores como el respeto por los demás, aumenta su autoestima y mejora su integración en la familia. Además, los animales desarrollan la capacidad en los niños de cuidar de alguien y fomentan el sentimiento de competencia y seguridad, ambos indispensables en el primer ciclo de la vida del niño para conseguir su correcto equilibrio emocional.



Desarrollo social y emocional y emocional saludable

Las personas que durante su niñez han tenido contacto con un animal de compañía aprenden valores como la compasión y la empatía, importantes para mantener una relación interpersonal positiva con otras personas. 

La relación con los perros o los gatos funciona como estabilizador de la conducta infantil, contribuye a fomentar la alegría y a eliminar la tristeza, así como a disminuir los miedos normales en la infancia. El animal es percibido como la principal fuente de apoyo emocional después de los padres.

Una mascota ayuda a los niños a aprender habilidades sociales, controlar sus impulsos e incluso a mejorar su autoestima, sintiéndose más seguros. El niño adquiere confianza, se desarrolla mejor y supera los pequeños obstáculos con mayor facilidad.

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Los animales de compañía son también grandes aliados en la conciliación entre hermanos. Hacen que estén más unidos en sus juegos y cuidados.

Las mascotas aportan lecciones de vida en aspectos como la reproducción, el nacimiento, las enfermedades, los accidentes, la muerte y el duelo.

En el caso de los perros, proporcionan una conexión con la naturaleza y favorecen su actividad física.

Efectos beneficiosos directos en la salud de los niños

Numerosos estudios han demostrado que las mascotas aportan numerosos beneficios en la salud, favoreciendo el correcto desarrollo del sistema inmunológico del pequeño.

Tener un perro o un gato en casa reduce el riesgo de alergias, problemas respiratorios y otitis.

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Conforme los niños crecen, algunas mascotas como los perros, se convierten en grandes compañeros de actividades al aire libre, favoreciendo su bienestar cardiovascular.

Si se siguen correctamente los calendarios de vacunación y desparasitación, se reduce notoriamente el riesgo de transmisión de enfermedades. Para esto, ya sabes, tu veterinario te aconsejará siempre los cuidados que debes tener con tu mascota.

En relación con ello, el niño aprende unos hábitos correctos de higiene (lavarse las manos antes de comer, después de haber jugado, lavar los objetos que haya podido tocar la mascota y que tenga que utilizar el niño, no dejar que el perro se suba encima de la cama, etc.). Estos hábitos le servirán para el resto de su vida cotidiana.



El valor de la responsabilidad ¿Qué tareas puede asumir un niño?

Aunque hay que recalcar que la responsabilidad última sobre el animal es de los adultos, los niños pueden participar de su cuidado. La comunicación entre la familia y la organización son necesarias para que tener una mascota resulte una experiencia positiva para todos. 

Lo primero que hay que explicar al niño es que no es un juguete. Un animal es un ser vivo y hay que respetar su espacio y su personalidad y, sobre todo, los momentos de descanso y comida. Una vez que el niño entiende esto, podemos encargarle pequeñas tareas, dependiendo de su edad y grado de madurez.

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Hasta los 3 años, el niño no diferencia el animal de compañía de un juguete. 

Con esta edad el niño no participa en los cuidados de la mascota pero los padres pueden empezar desde el principio en intentar enseñarle el respeto hacia el animal, a pesar de que por nivel de desarrollo el niño llegará a comprender el sentido del respeto años más tarde.

Entre 3 y 6 años, el niño puede ayudar en la realización de tareas sencillas y siempre bajo la ayuda y supervisión de un adulto

Puede ayudar a limpiar y llenar el cuenco del agua y el bol de la comida o puede lanzar un juguete para que la mascota corra.

Con 6 años los niños empiezan a plantearse que los animales pueden sentir dolor y pueden entender las indicaciones sobre cómo tratar a un animal con respeto y sin hacerle daño. De hecho, según muchos expertos, esta es la edad adecuada para que los niños empiecen a tener una mascota.

Entre 6 y 10 años, el niño se puede hacer cargo de más tareas relacionadas con el animal como seguir ayudando a llenar el bol del agua y el comedero, dar a la mascota un premio, jugar con la mascota, preparar juguetes caseros para la mascota de casa, recoger sus juguetes, etc., teniendo en cuenta que hay que seguir supervisando las interacciones entre la mascota y el niño.

Es a partir de los 10 años cuando, según los expertos, los niños se pueden responsabilizar de los cuidados de sus mascotas y participar en tareas más relevantes como por ejemplo alimentarlo, sacar a pasear un perro pequeño o mediano (y siempre en compañía de un adulto), ayudar a bañarlo, limpiar la caja de arena del gato, cepillar al animal, participar en sesiones de entrenamiento, etc. 

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Sin embargo, no hay que olvidar que, aunque el niño sea el responsable de realizar cierta tarea, es fundamental que un adulto controle a diario si las necesidades de la mascota están satisfechas. Además algunas tareas, como la administración de algunos medicamentos o sacar a pasear un perro considerado según la ley potencialmente peligroso, solo pueden ser realizadas por parte de un adulto.



Repartir tareas

Para empezar, podemos confeccionar una lista de todas las tareas que hay que cubrir y en qué momento. 

A continuación, decidimos entre todos quién se encarga de cada una de ellas, teniendo en cuenta que las tareas tienen que ser alcanzables para el niño, además así le ayudaremos a sentirse orgulloso de sus logros. 

Una vez establecida la tarea, es importante mostrar al niño la manera adecuada de realizarla, incluso dividiéndola en partes pequeñas. Luego hay que dejar que el niño la repita y que tenga tiempo suficiente para equivocarse y aprender. También hay que definir desde el principio lo que ocurre cuando el niño realiza correctamente las tareas que le han asignado.

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Además de las tareas, debemos establecer las normas básicas de convivencia que incluyen a la mascota.

Por ejemplo, habrá que establecer cuáles son los lugares de la casa donde la mascota puede estar y cuáles las zonas prohibidas, si la mascota puede dormir en las camas de las personas, si se le puede dar comida de la mesa, si se puede subir al sofá, etc. 

Debemos consensuar qué palabras y/o gestos se utilizarán para su educación. No obstante, hay normas que se deberían respetar siempre, como el hecho de no molestar a la mascota mientras está durmiendo o comiendo, la de lavarse siempre las manos después de jugar o de tocar cualquier objeto del animal.

El respeto de estas normas no solo ayudará al desarrollo del sentido de responsabilidad del niño sino también a la mascota a saber lo que su familia espera de ella en cada momento, reduciendo frustración y malos entendidos. Además el hecho de colaborar entre todos en el cuidado de la mascota bajo unas normas comunes proporciona la ocasión de compartir experiencias y ayuda a potenciar la unión familiar y la conciencia de un compromiso común.

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